Foto: Javier Vargas |
La ciudad ha sido pensada por y para
las hombres, basándose en el concepto de ciudadano- tipo, es decir una persona
en edad productiva, adulta, con trabajo remunerado, que se mueve libremente por
la ciudad, que no tiene responsabilidades domésticas y carece de problemas de movilidad.
Esta descripción justamente
coincide con las características de las personas que conceptualizan, planifican
y diseñan las ciudades, así como los que ostentan el poder económico y político.
Este patrón que solo se ajusta a un porcentaje
pequeño de la población, no deja cabida
y entorpece la vida de otras personas conforme se van alejando de estas
características, invisibilizando y no teniendo en cuenta otras necesidades y
formas de vida. En otras palabras, el eje central de la planificación de
movilidad ha sido el trabajo productivo y remunerado y además la variable
género estaba ausente en los informes.
El
urbanismo actual obedece a una lógica economicista y todo lo demás aparece como
subsidiario y superficial.
Según Le Corbusier, arquitecto cuyas ideas de principio de siglo XX todavía
están presentes en la disciplina urbanística actual, concibe el espacio
fragmentado y ordenado en actividades y con usos especializados, residencial,
industrial, comercial, educativo con un modelo único con diversas funciones, defendiendo
que las necesidades humanas son iguales para todo el mundo. Este esquematismo
no corresponde con las necesidades de la sociedad compleja y diferente como la
actual en la que los nuevos retos son, la igualdad de oportunidades, el cambio
climático, el envejecimiento, la exclusión o la sociedad de la información.
La
indiferencia es la forma más sutil de discriminación. Las mujeres no se sienten identificadas con
el espacio, la vivienda, la ciudad y los sienten de manera diferente. El
espacio no es neutro, condiciona, es activo y dinámico y puede contribuir a
acrecentar la desigualdad por medio de barreras o a hacerlos más inclusivo,
favoreciendo la integración social.
Las sociedades se han construido
bajo la división sexual del trabajo y todavía permanece la escisión espacial de
la esfera pública y privada, distinto para hombres y mujeres en función de los
roles de género asignados, que ha tenido y está presente a la hora de pensar y diseñar las
ciudades. Ésto hace que en las mujeres recaiga
generalmente el trabajo reproductivo, invisible, no remunerado y en el interior
de las casas, separadas del mundo exterior. Las mujeres realizan muchas labores
que no sólo son para ella sino para otros, como el cuidado de personas mayores y
los cuidados de la reproducción.
La ciudad
olvida todo lo que tiene que ver con esta esfera. Sin embargo el urbanismo de
género, piensa los espacios en la funcionalidad de la vida diaria, con gestos
sencillos que no necesitan de gran inversión, como disponer de suelo que facilite el desplazamiento
de un carrito, aceras anchas, suprimiendo escaleras empinadas en los mercados
donde las mujeres portan cargas pesadas, evitando ciudades no accesibles para
niños que multiplican el cuidado infantil, así como la creación de espacios diáfanos, seguros
y accesibles que inviten a pasear y a
convivir.
Las ciudades no son seguras para las mujeres. No hay ninguna regla que diga
que no se puede salir por la noche, o transitar por ciertas zonas de la ciudad,
pero en la práctica, se muestran
incapaces de pasear por esos lugares, llamados puntos negros, asumiéndolo como
una opción personal, más que como un condicionante impuesto por la propia
ciudad. Según la teórica del
urbanismo Jane Jacobs “la máxima de la
seguridad es la gente en la calle”. Esta
premisa está en relación directa con la multiplicidad de actividades que se den
en los barrios, y no se consigue con la segregación entre lo público y privado
sino con personas habitándolos a todas horas, con espacios bien iluminados, visibles,
con la disposición de bancos que miren hacia calles secundarias, así como oír y ser oído. A su vez, las tipologías de viviendas
que se han diseñado en los últimos años, como las adosadas con jardines
vallados y viviendas colectivas con garajes en semisótanos que miran hacia el
interior, no guardan relación con las calles y crean viviendas ciegas y sordas.
Las
pautas de movilidad son diferentes para hombres y para mujeres. Ellas hacen más
desplazamientos con niños y cargadas, sus desplazamientos son más cortos, habitualmente
por compras y fundamentalmente por tareas más asociadas al cuidado que por
trabajo, tendiendo a vivir más cerca de éste . Viajan más fuera del horario
punta ya que realizan en mayor proporción trabajos a tiempo parcial. Entre las
mujeres también hay ciertas variables que influyen en el modo de desplazamiento
como son la edad, la maternidad, situación laboral, lugar de residencia, discapacidad
o pertenecer a determinada etnia.
Cualquier política de
movilidad que se realice debe tener en cuenta el trabajo reproductivo y de
cuidado, para el buen desarrollo de la vida humana y para el bien de la
comunidad. Los transportes
públicos tendrían que dar respuesta a la variedad de horarios del mundo reproductivo, que genera recorridos no lineales y no uniformes.
Se hace necesario un nuevo
planteamiento urbanístico donde el personal técnico encargado de diseñar y planificar
el urbanismo trabaje conjuntamente con la ciudadanía, en la definición de un
modelo de ciudad que facilite la vida en vez de complicarla, incluyendo la
igualdad, por género, edad, etnia y discapacidad, en los planes urbanísticos . Si se quiere un
urbanismo con perspectiva de género, se tiene que consultar a las mujeres en la
planificación urbanística, porque “la forma en que vive la ciudad es distinta a
la de un hombre, y por lo tanto lo que percibe también es diferente”, y además
en la mayoría de las ocasiones son portavoces de las necesidades de la infancia
y las personas mayores.
El reconocimiento de la
aportación de las mujeres a la sociedad también debería estar presente en el
espacio público, y un procedimiento efectivo sería nombrar estos espacios con nombres
femeninos. Porque ya se sabe que “lo que
no se nombra no existe”.
Twitter @sibelo05
Fuentes consultadas:
-Guía de urbanismo con
perspectiva de género. Marta Román e Isabela Vázquez. Instituto de la mujer de
Murcia
- Seminario de Urbanismo
inclusivo. Las calles tienen género. Vitoria Gasteiz.2012
- Reflexiones en torno a la
vivienda y el derecho a la vivienda desde una realidad con espejismos. Zaida
Muxí Martínez