jueves, 17 de septiembre de 2015

Ser mujer no es una enfermedad crónica



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La medicina y particularmente la psiquiatría, han sido a lo largo de la historia fuente de ideología sexista y sistema de control sobre las mujeres. El papel del cuerpo de la mujer se reducía a la maternidad, y se la suponía débil y tendente a padecer trastornos mentales, argumentando que “la fisiología femenina era causa intrínseca de determinados desarreglos mentales”.

La psiquiatría que no escapaba a juicios discriminatorios sobre la salud mental de las féminas, planteaba que ”la locura más frecuentemente producida por la menstruación era la manía aguda”. Las mujeres eran consideradas como “eternas enfermas”.

Pero en realidad, tanto niñas como  mujeres enfermaban a causa de las condiciones de vida que se les imponían, pero en esa época son muy pocos los médicos que tenían en cuenta los factores sociales.

Actualmente el malestar emocional de las mujeres está medicalizado, siendo las mujeres consumidoras de más psicofármacos que los hombres.

Medicalizar es aplicar medicamentos o hacer intervenciones médicas innecesarias o excesivas. Es intervenir médica o farmacológicamente en la vida de las personas sin justificación.

 Las mujeres sufren más los efectos secundarios de los fármacos al no contar con ellas en los ensayos clínicos, no teniéndose en cuenta la fisiología femenina debido a los ciclos menstruales y otras circunstancias especiales como embarazo, lactancia, menopausia, que afectan a la manera de dirigir esos fármacos.

Uno de los aspectos más criticados desde los grupos de mujeres para la salud, has ido la excesiva medicalización de todas las fases normales del ciclo reproductivo de la mujer: menstruación, embarazo, parto y menopausia, describiéndolas y atendiéndolas como si fueran enfermedades. 

Así, se invisibilizan los estudios que explican los problemas de salud mental o física por causa distintas relacionadas con las desigualdades de género: el rol de cuidadoras, la violencia contra las mujeres, la doble jornada o el estrés, entre otros.

El hecho de que las investigaciones médicas se han basado en estudios a los varones, y que no han tenido en cuenta que pudieran existir diferencias entre mujeres y hombres, ha supuesto un grave atentado contra la igualdad de derechos en salud. Se cree que por su naturaleza, las mujeres están más protegidas de los infartos de miocardio, cuando de hecho, es la primera causa de mortalidad a partir de los 55 años

“Estamos invisibilizando los problemas de salud de las mujeres, cometiendo errores en el diagnóstico, realizando exploraciones que no conducen a un fin eficaz, y recomendando tratamientos que pueden enfermar o acelerar las enfermedades que pretendíamos tratar[…]En el caso de la menstruación, por ejemplo, utilizan el anticonceptivo para ocultar e invisibilizar directamente la posible enfermedad[…]. Carme Valls Llobet, endocrinóloga

Son graves también las consecuencias, acerca de  no dar la suficiente información a la gente para tomar sus propias decisiones en relación con su salud, como es el caso de las donantes de óvulos que no se les informa suficientemente del riesgo grave que corren de sufrir el síndrome de la hiperestimulación ovárica o padecer en un futuro infertilidad o menopausia prematura o cáncer de mama u ovario por exceso de terapia estrogénica.

También es conocido el fenómeno de pérdida de masa ósea que tiene lugar en la perimenopausia. Ésta se estabiliza con el tiempo y no tiene ninguna trascendencia. Los riesgos de fractura a esta edad son mínimos, despreciables.

“No se puede entender que se haya promocionado (¡y se siga promocionando!) la terapia hormonal sustitutiva cuando es un tratamiento que ofrece muchos más riesgos (y daños) que beneficios, no se entiende que el enfoque de la osteoporosis pase por la insistencia en la práctica de la densitometría, no se entiende de dónde sale esa costumbre de hacer a las mujeres sanas ecografías ginecológicas sin ningún motivo, ni cribados mamográficos a mujeres menores de 50 años, ni la exageración de los beneficios de este mismo cribado de los 50 a los 70 años, ni el cribado anual en el caso del cáncer de cuello de útero, ni la financiación por parte del sistema público de salud de la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH).” Roberto Sánchez Sánchez. Especialista en Medicina de Familia y Comunitaria

La prensa científica y los medios de comunicación de masas proporcionan ejemplos, donde se advierte de la cantidad de personas “afectadas” –de menopausia, de osteoporosis, ...–- que no están siendo tratadas. La estrategia es llegar al público diana de esta publicidad directa que son personas  razonablemente sanas, venderle una amenaza al tiempo que se le presenta un producto que las librará de ella.

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“La industria farmacéutica no está interesada en nuestra salud especialmente, está interesada en vender sus producciones…no tiene ideología en sí misma, quiero decir que le da igual medicalizar a los hombres o a las mujeres, ella prefiere cuanta más gente mejor, pero aprovecha la ideología imperante y se centra sobre todo en las mujeres. Las razones son varias: tenemos una biología más compleja y, junto a esto, esa cuestión que ya he apuntado, somos vistas como objetos, es decir no como seres (que sería el caso de los hombres) y en tanto objetos somos mejorables y despiezables (por ejemplo, a las mujeres nos quitan el útero con una facilidad enorme y no así a los hombres la próstata, etc), por otro lado estamos más interesadas en cuidarnos..)Margarita López Carrillo. Documentalista de Salud.

En la actualidad, paradójicamente aunque la salud de las mujeres apenas se investiga, se está poniendo en marcha la comercialización de la vacuna del papiloma humano, un fármaco para suprimir la regla y una viagra femenina, no exentas de contradicciones y efectos secundarios, que tienen más que ver con el mercado de la salud que con las propia salud de las mujeres.

“En esta sociedad, que parece que nos lo ha dado todo, nos han negado los derechos sobre nuestros cuerpos”.

Fuentes consultadas
-Las mujeres y la enfermedad mental. Una perspectiva de género a través de la historia
Contemporánea. Cristina Ortega Ruiz. Psicóloga.
-  Lo que una mujer no necesita. Roberto Sánchez Sánchez Especialista en Medicina de Familia y Comunitaria.
- La medicalización de la vida y la salud de las mujeres. Margarita López Carrillo.
- Ser mujer no es una enfermedad crónica. Publicación del servicio de igualdad del Ayuntamiento de Getxo. Septiembre 2009.