lunes, 26 de mayo de 2014

La invisibilidad de las mujeres en la prevención y riesgos laborales



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La mayoría de los estudios sobre salud laboral se han realizado en clave masculina. Si nos atenemos a las características biológicas, no se han tenido en cuenta las diferencias entre sexos en la estructura ósea, masa corporal, o aparato inmune entre otras,  así como el impacto de estas diferencias en la exposición a productos tóxicos, exigencias físicas o estrés térmico. Pero tampoco se ha prestado atención especial a los condicionantes sociales.

Las mujeres han permanecido invisibles en los estudios de investigación pero también  en las dificultades  y riesgos que tienen en sus trabajos, así como en  la prevención y en la concepción de las políticas organizacionales de las empresas. “La salud laboral de las mujeres no equivale sólo a la salud reproductiva”. 

Cada vez hay más evidencias ciéntificas que apoyan la influencia que tienen determinantes sociales en la salud, principalmente la clase social y el género. Existe  una distribución desigual entre mujeres y hombres en las condiciones de empleo, que se traduce en mayor incidencia de trabajo precario, a tiempo parcial y desempleo en las mujeres, a la vez que ocupaciones en puestos menos cualificados, así como el desigual reparto del trabajo doméstico y familiar, que acaba produciendo un impacto diferente en su salud. 

En España, los escasos estudios apuntan a la existencia de una mayor proporción de mujeres expuestas a riesgos psicosociales y los hombres a riesgos físicos y lesiones por accidentes de trabajo. También se ha evidenciado, que esta desigual distribución varía en función de la clase social. La doble jornada  que tienen que soportar las mujeres, ya que suelen recaer en ellas las mayor parte de las tareas domesticas y familiares, alarga considerablemente su jornada laboral, sufriendo así estrés y fatiga. De esta manera, “son las mujeres con mejor posición  económica cuando intentan conciliar la vida laboral y familiar las que pueden costearse los recursos necesarios para hacerlo; en cambio las menos privilegiadas parece que financian la conciliación con su propia salud”.

Las mujeres laboralmente se concentran en un gran porcentaje en el sector servicios, educación y sanidad, altamente feminizados, que no se inscriben como prioritarios y cuando son menos prioritarios se realizan menos estudios científicos y de prevención, así como reciben menos inspecciones. Al estar más expuestas a los factores de riesgo psicosocial, se les asocian enfermedades que van desde lesiones musculo-esqueléticas, trastornos cardiovasculares, enfermedades infecciosas, gastrointestinales, enfermedades de la piel, asma y alergias, mentales-depresión y ansiedad- además de otras relacionadas con la salud reproductiva, como abortos y partos prematuros. Al ser diagnosticadas muchas veces como enfermedades comunes, se confunden con ellas desapareciendo el nexo de unión con el trabajo.

También hay riesgos laborales específicos de las mujeres, como son el acoso sexual y el acoso  por razón de sexo, así como la doble jornada. Por esta razón, es necesario un enfoque de género en la prevención y evaluación de riesgos laborales, ya que si no se hace se dejaría a una gran parte de la población con una situación de tratamiento injusto y con un total desconocimiento de lo que afecta a su salud laboral. 

 Habría que superar la cultura predominante de la prevención, que enfatiza sobre los riesgos de seguridad y los accidentes de trabajo, provocando que se prioricen los puestos de tra­bajo ocupados mayoritariamente por los hombres. Es necesario contemplar todos los puestos de trabajos, todos los riesgos y todos los daños. Mujeres y hombres están expuestos a diferentes riesgos laborales y por tanto las consecuencias sobre la salud son también diferentes. 

 Finalmente, hay que tener en cuenta que una de las herramientas básicas para reducir los riesgos psicosociales en las organizaciones, es el Plan de Igualdad, desarrollando medidas que garanticen la igualdad en la contratación, en la clasificación y valoración de los puestos de trabajo, estructura salarial, formación y promoción.

Es imprescindible que se oiga la voz de las  mujeres trabajadoras, mediante la participación como delegadas de prevención en la empresa, ya que la implicación directa visibilizará los problemas, así como la búsqueda de soluciones.

Fuente consultada:
-Salud y género: Perspectiva de género en la salud laboral: Pilar Rivas Vallejo

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