La mayoría de los estudios sobre salud
laboral se han realizado en clave masculina. Si nos atenemos a las
características biológicas, no se han tenido en cuenta las diferencias entre
sexos en la estructura
ósea, masa corporal, o aparato inmune entre otras, así como el impacto de estas diferencias en
la exposición a productos tóxicos, exigencias físicas o estrés térmico. Pero tampoco se ha prestado
atención especial a los condicionantes sociales.
Las mujeres han permanecido invisibles en los
estudios de investigación
pero también en las dificultades y riesgos que tienen en sus trabajos, así
como en la prevención y en la concepción
de las políticas organizacionales de las empresas. “La salud laboral de las
mujeres no equivale sólo a la salud reproductiva”.
Cada vez hay más evidencias ciéntificas que apoyan la
influencia que tienen determinantes sociales en la salud, principalmente la
clase social y el género. Existe una
distribución desigual entre mujeres y hombres en las condiciones de empleo, que
se traduce en mayor incidencia de trabajo precario, a tiempo parcial y
desempleo en las mujeres, a la vez que ocupaciones en puestos menos
cualificados, así como el desigual reparto del trabajo doméstico y familiar,
que acaba produciendo un impacto diferente en su salud.
En España, los escasos estudios
apuntan a la existencia de una mayor proporción de mujeres expuestas a riesgos
psicosociales y los hombres a riesgos físicos y lesiones por accidentes de
trabajo. También se ha evidenciado, que esta desigual distribución varía en
función de la clase social. La
doble jornada que tienen que soportar
las mujeres, ya que suelen recaer en ellas las mayor parte de las tareas
domesticas y familiares, alarga considerablemente su jornada laboral, sufriendo
así estrés y fatiga. De esta manera,
“son las mujeres con mejor posición
económica cuando intentan conciliar la vida laboral y familiar las que
pueden costearse los recursos necesarios para hacerlo; en cambio las menos
privilegiadas parece que financian la conciliación con su propia salud”.
Las mujeres laboralmente se concentran en un
gran porcentaje en el sector servicios, educación y sanidad, altamente
feminizados, que no se inscriben como prioritarios y cuando son menos
prioritarios se realizan menos estudios científicos y de prevención, así como
reciben menos inspecciones. Al estar más expuestas a los factores de riesgo
psicosocial, se les asocian enfermedades que van desde lesiones
musculo-esqueléticas, trastornos cardiovasculares, enfermedades infecciosas,
gastrointestinales, enfermedades de la piel, asma y alergias,
mentales-depresión y ansiedad- además de otras relacionadas con la salud
reproductiva, como abortos y partos prematuros. Al ser diagnosticadas muchas veces como enfermedades
comunes, se confunden con ellas desapareciendo el nexo de unión con el trabajo.
También hay riesgos laborales específicos de
las mujeres, como son el acoso sexual y el acoso por razón de sexo, así como la doble
jornada. Por esta razón, es necesario un enfoque de género en la
prevención y evaluación de riesgos laborales, ya que si no se hace se dejaría a
una gran parte de la población con una situación de tratamiento injusto y con
un total desconocimiento de lo que afecta a su salud laboral.
Habría que superar la cultura
predominante de la prevención, que enfatiza sobre los riesgos de seguridad y
los accidentes de trabajo, provocando que se prioricen los puestos de trabajo
ocupados mayoritariamente por los hombres. Es necesario contemplar todos los
puestos de trabajos, todos los riesgos y todos los daños. Mujeres y hombres están
expuestos a diferentes riesgos laborales y por tanto las consecuencias sobre la
salud son también diferentes.
Finalmente,
hay que tener en cuenta que una de las herramientas básicas para reducir los
riesgos psicosociales en las organizaciones, es el Plan de Igualdad,
desarrollando medidas que garanticen la igualdad en la contratación, en la
clasificación y valoración de los puestos de trabajo, estructura salarial,
formación y promoción.
Es imprescindible que se oiga la
voz de las mujeres trabajadoras,
mediante la participación como delegadas de prevención en la empresa, ya
que la implicación directa visibilizará
los problemas, así como la búsqueda de soluciones.
Fuente consultada:
-Salud y género: Perspectiva de
género en la salud laboral: Pilar Rivas Vallejo
No hay comentarios:
Publicar un comentario