Actualmente, existen conferencias
de todo tipo donde se puede escuchar a personas expertas de negocios, hablar de
competitividad, innovación, con charlas magistrales sobre aumentar la productividad
en las empresas, reputación online e internalización.
Sin embargo, ¿cuántos de estos
gurús exponen estrategias empresariales en donde se tengan en cuenta las necesidades verdaderas de sus
trabajadores y trabajadoras? Las personas con cargas familiares tienen que
resolver el tema de los cuidados y adaptar todas las piezas del puzle que
conforman su faceta laboral y familiar.
Las personas trabajadoras que no
tienen responsabilidades familiares, creen a menudo que el problema no es suyo ¡pero
se equivocan! Sea cual sea su situación personal, el
tema de la conciliación, también va con ellas.
No hay que olvidar
que el ser humano, desde que nace hasta que muere necesita cuidados, ya que en
algún momento enferman, se lesionan y envejecen. Los cuidados son una
parte esencial de la sociedad, afectan a todas las personas,
son esenciales para el mantenimiento de la vida.
No obstante, a pesar de su importancia, existe
una infravaloración y desmerecimiento en
términos de su contribución al desarrollo económico y social, ya
que el trabajo no remunerado en su mayor parte lo constituye el cuidado
y atención de menores, mayores y enfermos, y estas tareas las realizan de forma
gratuita las mujeres, en su mayoría, ahorrando un importante coste al erario
público.
“Las
horas invertidas por las mujeres para el cuidado de familiares equivaldrían a
cerca de 10 millones de empleos”. Informe de UGT
Son las mujeres las que mayoritariamente
tienen mayores dificultades para compaginar el trabajo laboral con el trabajo
familiar, pese a que conciliar la
vida familiar y laboral no es un problema de las mujeres, sino un problema
social.
Desde hace tiempo, voces expertas
en la materia, vienen advirtiendo del peligro que el recorte en los servicios
públicos tiene sobre las mujeres pues incrementa su carga de cuidados, lo que
las “hace volver a un rol familiar tradicional”.
La incorporación de la mujer al
mundo laboral, no ha sido correspondida con una entrada de los hombres en las
responsabilidades domésticas y de cuidados, ni con una dotación suficiente en la provisión de
servicios de las instituciones públicas. Esta contradicción produce la llamada «Crisis
de los cuidados»: ¿Quiénes y de qué
manera se harán cargo de los cuidados?
La crisis de los cuidados dispara las desigualdades sociales. Las
mujeres de clase media y alta contratan cuidadoras para sus hijos o ancianos,
aunque a veces recurran también al apoyo familia. Las clases más vulnerables sufren
una doble crisis de cuidados, pues las
situaciones de dependencia se suceden especialmente en las familias con menos
recursos y éstas, ante la escasez de servicios públicos, han de resolver los
cuidados con el propio trabajo familiar. Esta desigualdad social se traduce
también en costes sociales y de empleo de las cuidadoras por incompatibilidad
laboral.
"La actual organización del cuidado se sostiene por la división sexual
del trabajo y por la perpetuación de los roles de género"
El concepto de conciliación se ha desvirtuado,
porque conciliar no significa darle más permisos a las mujeres exclusivamente
para que puedan compatibilizar trabajo y familia, ni un paquete de medidas para
que se las apañen mejor, sino lo que alude realmente es “una situación de
igualdad de oportunidades para mujeres y hombres, de corresponsabilidad entre
hombres, mujeres, empresas y Estado en el ámbito del empleo, y de
corresponsabilidad por igual entre hombres y mujeres en el cuidado de la
familia y el hogar en el ámbito doméstico privado”.
Por esta razón, se hace necesario
el establecimiento de permisos parentales iguales e intransferibles, y
retribuidos 100% para ambos progenitores, ya que esta medida funciona, porque
se ha demostrado que un hombre se toma el permiso cuando es únicamente suyo y
“si no lo toma lo pierde”. Es evidente que
los permisos y licencias para el cuidado de familiares deberían estar
individualizados y deben tener una duración igual para hombres y para mujeres.
Pero hay una ausencia de voluntad política para que esto se implante
definitivamente.
Conciliar no aumenta costes, sino todo lo contrario, es la no
conciliación la que los genera.
La sustitución de una persona trabajadora altamente cualificada cuesta 1,5
veces su sueldo anual. Los costes de reincorporación de una excedencia temporal
larga, a partir de 36 meses, son similares a los de la contratación de una
nueva persona.
La flexibilización horaria y de
la relación laboral, el teletrabajo, los bancos del tiempo y los bonos sociales,
son algunas medidas que se pueden implementar en las empresas , teniendo un
impacto positivo para la conciliación de la vida personal y laboral.
Si no hay una verdadera política
de conciliación en las empresas, no lograrán aumentar su productividad, ni
mejorarán la imagen externa de su corporación. Apenas retendrán talento, ni
podrán reducir el absentismo laboral, ni mejorarán la salud laboral de su
personal. Tampoco lograrán una plantilla identificada con la misión de sus
organizaciones. Como consecuencia, en alguna parte del camino se quedarán
atrás.
Fuentes consultadas
-Trabajar igual. Cobrar igual.
Conciliar igual. Por una paternidad corresponsable. Secretaría de igualdad UGT.2015
- Guía sobre conciliación de la vida laboral,
familiar y personal. Instituto
Andaluz de la Mujer. Consejería para la
Igualdad y Bienestar Social.
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