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El sistema actual de vivienda urbana, no puede mantenerse al
margen de los cambios sociales, especialmente frente a los nuevos papeles que
hombres y mujeres juegan en la sociedad. El espacio construido debe facilitar
que se compagine y comparta el trabajo no remunerado y el remunerado,
favoreciendo las tareas del cuidado y poner en valor lo colectivo.
Sin embargo, el sector de la vivienda en la mayoría de las ocasiones reproduce
espacios que entorpecen y crean nuevas barreras para la integración,
la autonomía y la igualdad entre mujeres y hombres. De esta manera se crean
programas y modelos de viviendas obsoletos, que se reproducen una y otra vez,
con características muy similares a las de hace cuarenta y cincuenta años,
donde la mayoría de las mujeres tenía una dedicación exclusiva al hogar.
No se tiene en cuenta la
incorporación de las mujeres al mundo laboral, ni los cambios en los modelos de
convivencia. El envejecimiento de la población también ha
influido directamente en los requerimientos residenciales. De esta manera, nuevos modelos familiares
viven en viejos modelos urbanos, ya que no se han introducido cambios en la
tipología o la distribución de las viviendas, por lo menos en lo que respecta a
la oferta de vivienda pública.
El modelo de
familia tradicional no ha desaparecido, pero sí comparte su protagonismo con
otras formas de convivencia que generan un uso distinto del espacio doméstico. Se
debe prestar especial atención al incremento de las familias monoparentales y
la fuerte presencia de mujeres ancianas viviendo solas.
“La pobreza se
conjuga en femenino y se está concentrando en hogares monomarentales que supone
el 80% de los hograres donde vive un adulto con su prole y en los hogares
unipersonales de personas mayores”.
Aquí, se encuentran mujeres que están desempleadas o con trabajos
precarios y eventuales, que viven solas o con hijos e hijas, que no disponen de
vivienda propia, y sí muchas dificultades para pagar un alquiler y también
mujeres cuyas pensiones son mucho más reducidas que la de los hombres, viviendo
en la absoluta precariedad. A estas mujeres se les debería facilitar
ayudas al alquiler y ser miembros prioritarios en el acceso a viviendas
protegidas.
“Las jóvenes
españolas con menos ingresos deberán invertir el equivalente a 13 años de
salario íntegro para poder acceder a una vivienda en propiedad, tres más que
los varones de esa misma edad”.
Las necesidades varían a lo largo de la vida. Es por ello que resulta
recomendable concebir espacios multifuncionales, que puedan cambiar de uso
según se requiera.
Desde la
arquitectura con perspectiva de género, se propone flexibilizar las tipologías
de vivienda e incorporar el concepto de “vivienda con servicios comunitarios”. Estos espacios
comunes darían solución al problema de almacenaje, como guardar carritos de bebé,
bicicletas, carritos de compra, en las entradas de las viviendas, así como,
servicios de lavandería, guardería, gimnasio, incluso comedor colectivo.La complejidad reside en la fórmula de gestión
de estos espacios comunes.
El diseño
de las viviendas debería contribuir a propiciar la transformación de las tareas
ligadas a lo doméstico en un trabajo racional y compartido, hacer posibles
estas funciones, despojándolas de la carga de trabajo sacrificado, que pesa
sobre las mujeres, hasta convertirlas en hábitos asumidos como necesarios por
todos los miembros del hogar para disfrutar de una mayor calidad de vida.
No es extraño que en el diseño de viviendas, la
cocina, estuviera localizada en las partes traseras de las viviendas, con peor
luz, peores vistas, y espacios más reducidos, donde se aprecia el desprecio que
la sociedad ha mostrado a quienes realizaban las tareas domésticas.
Para diseñar viviendas más conciliadoras
se han propuesto cocinas amplias, con luz y ventilación, en la parte delantera
de las casas y abiertas al comedor, donde se pueda trabajar y estar varias
personas colaborando en la preparación de los alimentos, donde
propicie una mayor interacción con los miembros de la familia y no se relegue a
la persona que se encargue de la cocina.
Hay experiencias, a través del modelo de
cooperativa de viviendas, en inmuebles destinados a personas de la tercera edad
y también en viviendas para gente joven, que pretenden ofrecer
soluciones al problema de la vivienda en nuestro país.
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Parece interesante
citar el proyecto de la Casa Babayaga que abrió sus puertas en el pueblo
francés de Montreuil y en donde viven 21 mujeres con pocos recursos que
pagan un alquiler de protección oficial. Estas viviendas, disponen a su vez de
zonas comunes donde realizan actividades abiertas a la gente, donde se pretende
cambiar la percepción que se tiene de la vejez.
Thérèse
Clerc, la promotora de esta iniciativa, ideó un hogar autogestionado sólo
para mujeres, donde retirarse y envejecer juntas: "Las mujeres viven
de media 88 años, eso significa que la mitad de su vida no son fértiles. La
sociedad se empeña en enterrarnos después de la menopausia, dejamos de ser
productivas y reproductivas…La vejez no es una enfermedad. Queremos envejecer
de forma diferente”.
Basada en
esta iniciativa, hay una propuesta interesante para crear un espacio
autogestionado en Madrid, para mujeres mayores de 50 años, que quieren convivir
con personas con inquietudes ecológicas, creativas y culturales y que se puede
votar en la página de Gobierno abierto del Ayuntamiento de Madrid
En cuanto a la reconstrucción de
edificios vacíos en desuso, el proyecto llevado a cabo en Ámsterdam (1985), con
la reutilización del hospital Burgerziekenhuis es un interesante ejemplo. El
Ayuntamiento realizó un debate con vecinos y vecinas para que se aportaran
ideas para el nuevo uso del complejo del antiguo hospital. De estos encuentros
surgió la idea de un centro de mujeres y se creó la Fundación de Mujeres de
Burgerziekenhuis, donde se construyeron viviendas y locales de trabajo, y zonas
de reunión como cafeterías y restaurantes.
De este modo, proponer que las mujeres sean corresponsables en la
planificación, desarrollo y sostenibilidad de la ciudad, es reconocer su
importancia como ciudadanas.
Fuentes consultadas
-Urbanismo vivienda y medio ambiente
desde la perspectiva de género. Instituto vasco de la mujer
- Reflexiones
sobre habitar desde una visión de género. Zaida Muxí. Observatorio joven de
vivienda en España.
-Viviendas
que concilian: La perspectiva de género aplicada a la vivienda de nueva
construcción. Ayuntamiento de Fuenlabrada. Concejalía de la mujer.
Buen artículo, como todos Silvia. Yo pienso que en las ciudades se ha venido creando un modelo de vivienda y un urbanismo deshumanizado, construyendo pocos espacios verdes, difícil y poco accesible para ancianos, niños pequeños y personas con discapacidad. Y el modelo de vivienda que hemos tenido en España... pues meter todas los pisos posibles en el menor número de metros cuadrados que se pueda para aumentar la ganancia de los especuladores.
ResponderEliminarPues sí Carmen, construir rápido sacando el mayor número posible de pisos, sin tener en cuenta las necesidades de la gente, porque ésto lleva más quebraderos de cabeza, y más dinero.Sin embargo, en la obra pública, sí que se pueden poner condiciones a las construcciones y a quien las hace, y con qué criterios se adjudican, porque el dinero es de todos y todas.
EliminarUn abrazo!
This is a good article. Thank you Silvia!
ResponderEliminarnhà ống 2 tầng 500 triệu