El
feminismo sigue teniendo una mala prensa, y esta situación viene dada por que
muchas personas lo asocian al odio a los hombres, y a la idea de que las
mujeres quieren ser superiores a ellos.
El estigma de la palabra feminismo está
a caballo entre el desconocimiento de lo
que significa fuera de los círculos feministas, y por otro lado, a la continua
descalificación, desprestigio y ridiculización de las posiciones feministas,
que si se conocieran, muchas personas no dudarían en denominarse de esa manera.
Porque el feminismo no es lo contrario del
machismo. Es un movimiento que lucha por el reconocimiento de las mujeres como
sujetos humanos y sujetos de derechos. No es sólo un cuerpo teórico sino también
un movimiento político. De acuerdo a Carmen Castells “entendemos por feminismo lo relativo a todas aquellas personas y
grupos, reflexiones y actuaciones orientadas a acabar con la subordinación,
desigualdad, y opresión de las mujeres y lograr, por tanto, su emancipación y
la construcción de una sociedad en que ya no tengan cabida las discriminaciones
por razón de sexo y género.”
La
concepción negativa de la palabra “feminista” es fuerte. Se equipara a
ser bruja, mala-madre, solterona, come-niños, odia-hombres, lesbiana. El rumor
indica que las feministas son antihombres, abortistas, libertinas, amenazantes. Ésto provoca que las jóvenes no quieran identificarse con algo que tiene
una carga de descalificación ante la sociedad. Así, muchas jóvenes herederas directas de
las conquistas por los derechos de la mujer no se sienten a gusto con esta
calificación.
Pero como cita Coral Herrera Gómez" El feminismo no quiere imponer un
matriarcado basado en la violencia contra el hombre, como ha sido el patriarcado
hasta ahora. No desea dejarlos sin voto, ni violarlos en las guerras, ni
mutilar sus genitales en pro de una tradición cultural, ni confinarlos en el
ámbito doméstico, ni quiere matarlos por adulterio. El feminismo no pretende
que los hombres sean propiedad de sus madres y luego de sus mujeres, ni desea
que los hombres cobren salarios más reducidos, ni tampoco querría desterrarlos
de las cúpulas de poder mediático, empresarial y político…() Comprendan que eso
es una locura que no promueve el feminismo”.
Por
otro lado, muchas jóvenes no son conscientes de que no se ha conseguido la
igualdad real entre hombres y mujeres, y piensan que las reivindicaciones
feministas pertenecen a la época de sus abuelas o de sus madres. Viven en lo
que se denomina “un espejismo de la
igualdad”, y piensan que la igualdad
entre hombres y mujeres ha sido lograda. Parece
ser que lo que cuesta más a los jóvenes, es reconocer las desigualdades y la
microviolencia que existen en la vida cotidiana. No olvidemos que un rasgo del
sistema patriarcal, es la gran dificultad para percibir la desigualdad sexual.
Algunos estudios aseguran que las jóvenes no
detectan comportamientos machistas. Como el mito del amor romántico, que todo
lo puede y en el que todo está justificado. Los celos como uno de los factores de reproducción de la desigualdad, son
tomados como un signo de amor, e incluso el requisito
indispensable de un verdadero amor. Este mito suele usarse habitualmente para
justificar comportamientos egoístas, injustos, represivos y, en ocasiones,
violentos.
Amalia
González en su análisis de las revistas para jóvenes afirma:"En estas revistas para chicas observamos la combinación de libertad y
desenfado sexual con la reproducción de estereotipos tradicionales. La jovialidad que rezuman estas revistas convierte
cualquier situación en mero problemilla
que siempre tiene final feliz marcado por
la venida de algún redentor". Pone de manifiesto la idea del amor romántico, donde
se destaca la falta de reciprocidad; se les suele dar toda clase de
recomendaciones para desplegar las armas de mujer, “pero con mucho cuidado de
no molestarlos, porque si se molestan se pueden ir”
Los movimientos feministas
no llegan a la población joven y calan más los
mensajes de los medios dando a
entender que la situación para la mujer ya ha cambiado y que ahora están en todos lados. Uno de los mayores retos del
feminismo es hacer visibles esas desigualdades a la opinión pública y no es
fácil porque acecha el neomachismo a
través de una apariencia de piel de cordero, pero con una continua reacción
ideológica frente al feminismo, que intenta demonizarlo, para que no esté bien
visto.
Es una
nueva forma de mantener las posiciones
machistas tradicionales, pero con nuevos discursos y nuevos contenidos y como se ha mostrado frecuentemente a lo largo del tiempo, puede
transformarse para no desaparecer.
En
los medios, se exhibe a mujeres exitosas en distintos ámbitos social, laboral,
político.., mostrando que la lucha feminista ya no es necesaria porque la que
se esfuerza logra sus metas, sin conceder nada de reconocimiento a las luchas
feministas que allanaron el camino.
No obstante, los logros conseguidos
y los derechos son débiles y muy frágiles, porque el derecho a la educación, la
sanidad y la justicia que parecía ser universales y gratuitos, se han tambaleado.
Existe una paralización en el impulso de
políticas de igualdad y modificaciones muy importantes como la eliminación de
la asignatura de educación para la ciudadanía, todo un retroceso dentro de las
estrategias para la prevención del sexismo y la violencia de género. No está garantizado por que las mujeres en
un futuro gocemos de más igualdades y libertades que hoy.
Puede
haber retrocesos en los derechos alcanzados-porque la progresión nunca ha
sido lineal-bajo cualquier pretexto:
paro, crisis, ideología y con la retirada de la reforma de la ley del aborto, gracias
a las reivindicaciones de los grupos y asociaciones feministas, una parte de
las jóvenes han tomado conciencia de que estamos en un momento muy sensible
para las libertades de las mujeres y conviene no bajar la guardia por lo que
pueda venir.
Simone de Beauvoir, hasta
casi los cuarenta años pertenecía al género de mujeres que declaraban “no haber
sufrido discriminación alguna”.
“Empecé
a analizarlo y súbitamente se me reveló: este mundo era un mundo masculino, mi
infancia había sido alentada con mitos forjados por los hombres. Y no había yo
reaccionado de la misma manera que si hubiese sido un chico. La cuestión me
interesó tanto que abandoné el proyecto inicial de elaborar una especie de
relato personal y decidí ocuparme de la condición femenina en general. El resultado fue su libro “El
segundo sexo”.
Si a la mismísima Simone de Beauvoir le costó
la mitad de su vida llegar a posiciones feministas, quizá se pueda comprender
que ésto le suceda a las jóvenes de hoy en día, que tienen menos experiencias
en tema de desigualdades por la edad, y normalmente sólo se percatan de las
discriminaciones, cuando llegan al mercado laboral y se topan con el techo de
cristal, la desigualdad salarial o cuando deciden ser madres.
Para que los jóvenes perciban la
lucha feminista como necesaria, y sean conscientes del problema de la
existencia de ciertas acciones y actitudes discriminatorias y violentas sobre todo en las
relaciones afectivas-porque en muchas ocasiones confunden el control de la
pareja con el cuidado- pasa por aumentar la coeducación en las aulas, adaptar
el mensaje feminista a las nuevas generaciones, favoreciendo en los discursos
su participación, para que dejen de vivir creyendo que la situación actual es
justa.
Twitter @sibelo05
Fuentes consultadas
-Las jóvenes y el feminismo: ¿indiferencia o compromiso? Oralia Gómez Rámirez y Luz Verónica Reyes Cruz.
-Feminismo para no feministas.La Vane contra Patrix. Rosario Hernández Catalán. Federación mujeres Jóvenes. Interesantísima lectura para jóvenes.
-Feminismo y juventud en las sociedades formalmente igualitarias.Ana de Miguel Álvarez
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