¿Te has preguntado alguna vez por
qué te atraen los chicos duros y malos, en vez de los que te tratan con respeto
y cariño? ¿Por qué cuando más difícil te lo ponen más te gustan ? ¿Por qué a
los “chicos buenos” los ves como amigos?
La socialización diferenciada y
desigual desde la infancia, lleva implícita una esencialización de lo que
significa ser niño o niña. Los estereotipos, en concreto, producen una especie
de guiones preestablecidos de lo que significa ser hombre y mujer, lo que
Mogrovejo denomina “la camisa de fuerza del género”.
Cuando nos educan y aprendemos,
vamos construyendo los conceptos y
creencias en torno a que es el amor, lo que significa que es enamorarse y de quien o “no” nos enamoramos, y ésto se aprende
desde edades muy tempranas. Dentro del
modelo de amor romántico, las mujeres son los objetos del amor y los hombres
los sujetos. Los hombres son los amados en la mayoría de los casos. Los papeles
asignados son de dominio- actividad para ellos y sumisión-pasividad de ellas, trayendo
como consecuencia dependencias amorosas.
Cada género es educado para un
papel en el amor romántico, mientras que a las mujeres se las educa para el
mundo de los afectos, el mundo de los cuidados, en el “ser para los demás” , a
los hombres se los educa y se los socializa en el mundo de la pasión, de la
sexualidad , la seducción, y “en el ser para sí”.
Según Jónasdóttir, ésto ha provocado que a las mujeres se
las eduque desde una “adicción al amor”, el cual aprovechan los hombres en
beneficio propio. Una socialización amorosa de las mujeres que las coloca en
situaciones de inferioridad y subordinación.
“El amor no se asocia a los
instintos ni queda circunscrito solo a la conciencia, sino que es una conquista
de la modernidad, […] lo que ocurre en privado y parece personal es
consecuencia directa de los cambios sociales que se van generando” (Gómez)
Los medios de comunicación como
agentes de socialización nos muestran los modelos masculinos y femeninos que
son atrayentes. Porque el proceso de atracción no es más que aquel mecanismo
socialmente construido en base al modelo de deseo hegemónico, aquel que
construye las identidades deseables tanto para hombres como para mujeres. La
imagen que se proyecta de ellas está muy centrada en la sexualidad o más bien hipersexualizada,
mostrando unos roles y estereotipos que fomentan la subordinación femenina.
Las películas, series, realitys
shows y revistas para adolescentes, son un buen ejemplo de la socialización
patriarcal y de las ideas del amor que nos ofrecen los medios, basadas en el
modelo del amor romántico, donde nos enseñan unas relaciones de parejas
asimétricas, y unos modelos de éxito muy marcados por estereotipos sexistas. El proceso de elección es un acto
individual aunque no exento de influencia social, ya que generalmente se elige
a aquellos modelos que la sociedad refuerza y estima como deseables.
“Las personas que consideramos atractivas y no atractivas nos quedan
interiorizadas mediante la socialización y la interacción con las demás
personas, pero no solo el atractivo físico, sino los comportamientos que
resultan atractivos y los que no”.
En el pensamiento de la mayoría
de las chicas preguntadas en diferentes investigaciones, un chico bueno que te
lo pone todo fácil, es un chico aburrido, sin embargo, el que te hace sufrir,
te lo pone difícil y es “malote” se sobrevalora. Para la mayoría las chicas, los modelos de masculinidad más
igualitarios no son eróticos, las aburren y acaban abandonando las relaciones
con ellos.
Este hecho está muy marcado por los medios de comunicación que no presentan
modelos igualitarios de chicos que sean atrayentes. Por otra parte, este
formato de masculinidad también es perverso para los propios chicos puesto que
ven al chico malo como un modelo de éxito, sin percibir los riesgos que
conlleva este tipo de masculinidad. El prototipo femenino dominante para los
chicos, nos muestra el de una chica sumisa, sensible, que espera al chico, con
una sexualidad que debe reprimir, sufridora. Modelos que se encuentran en la
base de relaciones insanas e incluso violentas.
Según un estudio de Duque, acerca de las relaciones afectivas
que se producen en las discotecas, el
modelo de chico por el cual las
chicas se sienten principalmente atraídas , y que dentro del proceso de
atracción se vuelve perverso para ellas, es el modelo de chico mujeriego, el cual liga más por sus estrategias de seducción
que por su físico. Es el chico difícil, pasional, excitante, pero que en el fondo
tiene los mismos objetivos que el denominado buitre, el cual para llevar
a cabo este objetivo de ligue, no miente ni se anda por las ramas, es directo,
por ello es identificado rápidamente por las chicas y rechazado en la mayoría
de ocasiones.
El modelo de masculino denominado
invisible, aunque tenga un físico
atractivo no tiene una actitud dominante , por lo que pasa desaparecido par las
chicas, y es considerado como amigo. Así el chico catalogado como “no hegemónico”, es aquel chico que
rompe con los patrones de masculinidad dominante y que por ello es denominado,
en muchas ocasiones, como “calzonazos”.
Trabajar otros modelos de ser chico alejados de pautas sexistas y que
sean modelos de atracción, se convierte en una estrategia imprescindible para
la prevención de la violencia de género: hay que “deserotizar al chulo y
erotizar al igualitario”
Hay que introducir el buen trato
en las relaciones de pareja, ya que es una forma de expresión del amor, nuestra
forma de vincularnos con los demás. Hay que empezar por pequeños proyectos de
amor hacia uno mismo y hacia los otros, como proyecto de vida, y que se
fomenten desde la familia, las escuelas y los medios de comunicación, modelos
de masculinidad y feminidad para poder identificar qué valores nos dañan y
cuales hacen daño a los demás, promoviendo relaciones en los que nos queramos
bien, que resulten excitantes y hacerlos tan comunes como el maltrato en las
relaciones afectivas que nos muestran en los medios de comunicación.
Por ello es necesario como afirma Gómez, romper
con las dicotomías bondad-atractivo, amor-excitación y estabilidad-pasión, para
crear una mezcla en la que aparezcan características como: amor, excitación,
ternura, pasión, tanto en los modelos de masculinidad como en los de feminidad.
Hemos de indagar sobre todo en las posibles fisuras que puedan
presentar estos modelos de masculinidad y feminidad para desde ahí comenzar
nuevas formas de vivir las identidades libres de estereotipos de género.
El feminismo, tiene una ardua
labor en desenmascarar y visibilizar como las estructuras sociales promueven un
amor romántico que lejos de convertirse en un espacio de libertad para las
mujeres se convierte en muchos casos es una construcción interesada para
mantenerlas en espacios de subordinación, y mostrar modelos atractivos de
feminidad y masculinidad libres de estereotipos machistas, en la adolescencia y
juventud.
Fuentes consultadas
Voces tras los datos.
Una mirada cualitativa a la violencia de género en adolescentes. Carmen
Ruiz Repullo. Instituto Andaluz de la Mujer