miércoles, 15 de abril de 2015

La presión de género para tener pareja ¿Ni contigo ni sin tí?

Patty y Selma de los Simpson




La soltería o el no tener pareja, a lo largo de la historia no ha tenido cabida en la cultura patriarcal que ha  trasmitido a través de las tradicionales atribuciones de género, la idea del matrimonio y la procreación como generadores de plenitud emocional y social a todas las personas, especialmente a las mujeres

Ésto, ensambla perfectamente con la lógica de la maquinaria capitalista, que se nutre de la división sexual del trabajo, ya que sin este reparto, no existiría la tradicional familia nuclear siendo la base de la sociedad industrializada en cuanto a la organización del trabajo y la vida.

Con la dinámica individualizadora de la sociedad y la búsqueda  de muchas mujeres hacia la liberación de las atribuciones tradicionales de género,  la salida masiva de los hogares y su progresiva incorporación al mundo laboral, las ha dotado  de independencia económica.

La postmodernidad ha traído que mujeres independientes económicamente, heterosexuales, sin pareja estable, posterguen, decidan renunciar a formar una familia, a la maternidad o deciden afrontarla solas, e incluso recurriendo a técnicas de reproducción asistida. Es un grupo heterogéneo donde entra en juego la historia de vida de cada mujer, la conciencia de género, los recursos y las condiciones de vida con las cuales cuente cada una de ellas, así como la condición de salud con la cual se llega a esta etapa de vida.
 
Quienes han estudiado la soltería como un fenómeno social, como Walters, Carter, Papp y Silverstein, y Barragán, coinciden en que no existe un único tipo de soltería, por el contrario, cada mujer experimenta su propia vivencia según su historia de vida. 

Muchas la viven enorgulleciéndose de estar en una situación de constante libertad y autonomía para poner sus propias necesidades en primer término, tomar decisiones independientes y disfrutar de su privacidad. También hay quien la vive como un cuestionamiento al estilo de vida asignado, “legitima la soltería como una forma de no asumir el legado patriarcal de la reproducción a expensas de la explotación de la condición de la madre y de la esposa abnegada, y reclama el derecho de las mujeres a la toma de decisiones respecto a su involucramiento en relaciones las cuales las pongan o mantengan en condiciones de desventaja”. 

En el caso contrario, otras la viven como una constante búsqueda de una pareja estable, con sucesivas y fallidas relaciones, centrando todos sus esfuerzos en ésto, lo que hace que no se centren en otros aspectos de su vida, y no conciben que la autorrealización y la identidad personal puedan venir de otras fuentes que no sea el encontrar la pareja ideal o la maternidad.

Estas mujeres en torno a los 40 años, de una u otra forma, comienzan a sentir la presión de género, con sentimientos contradictorios entre valores tradicionales y modernos ,"por un lado el ansia de libertad y espacio, y por otro, el logro del ideal del amor romántico". Pero en esta búsqueda, a su vez, se encuentran con relaciones sociales cada vez más pobres,  como han señalado Ulrich y Elisabeth Beck : “el camino directo para salir del matrimonio y la familia conduce, generalmente más temprano que tarde, otra vez hacia ella, y al revés”.
 
Sin duda, el concepto de “modernidad líquida”  de Zygmunt Bauman puede representar a  estos estados y a esta época, ya que con su  metáfora de la liquidez, da cuenta de la transitoriedad de los vínculos humanos en una sociedad narcisista, hedonista, con relaciones frágiles, y regida por las leyes del mercado.

El deseo y/o necesidad de individualización y el deseo y/o necesidad de una relación compartida constituyen una suerte de esquizofrenia que puede considerarse como la patología postmoderna y postromántica por excelencia. Esto se resume muy fácilmente en “un contigo ni sin ti”.
 
La estereotipia patriarcal, necesariamente, cala en la auto-identidad de las mujeres. El concepto de amor en el que se educa a las mujeres  desde pequeñas, es un tipo de amor como inherente a la condición femenina e implica necesariamente entrega incondicional, completarse a través de la media naranja y satisfacer las necesidades del otro.

Aquellas quienes no tienen pareja sufren de gran presión social. Se las cronometiza. Uno de los principales mandatos no explícitos hacia las mujeres, es el de tener pareja como requisito para sentirse personalmente realizada. Esta presión llega a ser tan fuerte, está tan imbricada en nuestra identidad que llega a afectar, incluso, al autoconcepto, a lo que creemos que somos, y ese miedo a la soledad, ya que las mujeres la interiorizan como sinónimo de fracaso o desolación.
Pero según la psicoanalista Cruppi “nadie se encuentra totalmente sola o solo, sino que atravesamos momentos de soledad. 

Hay mujeres que eligen estar solas en lo referido a formar una pareja o construir una familia, mientras que hay otras que lo padecen”

En el camino hacia una sociedad más igualitaria y modelos saludables de comportamiento, se necesita combatir la presión de género que impera en la sociedad patriarcal para superar  el rechazo a no aceptar que existan mujeres sin pareja, en donde otras dimensiones como la libertad, la independencia, los espacios en la casa, la amistad, las obligaciones en sí mismas, lejos de vivirlo como una carga en solitario, son vividos como fuente de fortaleza y seguridad, así como el mito de la maternidad como esencia femenina, que sigue calando en la identidad de las mujeres.  

Fuentes consultadas
-La soltería en mujeres de mediana edad. Celia Villarreal Montoya
- Sexualidad, género, cambios de roles y nuevos modelos de familia. Anastasia Téllez Infantes. Javier Eloy Martínez Guirao. Universidad Miguel Hernández.
-La boletina. Año 2010. Relaciones de pareja desde una perspectiva de género. Asociación de mujeres para la salud.

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